domingo, 31 de octubre de 2010

El guía.

Esta imagen está tomada en 2006, en Mina Salor I, en el término municipal de Membrío. Viene a colación por el hecho de la importacia de ir bien preparado a hacer espeleominería. El concepto incluye disponer de material (casco, iluminación, calzado, abrigo, etc.), pero también saber dónde se mete uno.
En la Mina Salor I existe un cierto peligro de desprendimiento de rocas desde el techo, asunto éste que parece de poca consideración al pensar que las piedras que a caer pudieran ser de pequeñas dimensiones. Si bien habitualmente eso puede ocurrir en otras minas, en ésta en concreto la situación es diferente, pues la estructura geológica del macizo rocoso genera una importante inestabilidad de hastiales y techos. Además, a ello ayuda el permanente encharcamiento de la mina, como puede verse en la foto.
El guía, en este caso, además de con los requisitos estándares anteriormente señalados, utiliza un palo-guía, pues en minas inundadas no se suele ver el fondo y, por lo tanto, puede uno sumergirse literalmente al siguiente paso que se dé o dar un traspié con alguna de las irregularidades del fondo. Es recomendable un bastón de senderismo, telescópico, para ir cambiando su longitud cuando sea necesario. Igualmente, es obvio decirlo, en una mina nunca debe entrarse solo. Lo ideal es que el número de personas del grupo explorador sea de tres, debiendo quedar siempre uno en la entrada, por si hay que dar aviso a las autoridades para prestar auxilio a los espeleomineros.

jueves, 28 de octubre de 2010

Cavidades en Extremadura año 2000

British Archaeological Reports publicó en el año 2000 el más documentado catálogo de cavidades extremeño existente hasta el momento. Sus autores, Milagros Algaba, Hipólito Collado y José María Fernández, supieron realizar un libro con los resultados de la campaña de exploración espeleológica y arqueológica que llevaron a cabo unos años antes, entre 1997 y 1999. Durante este periodo se rodearon de numerosos colaboradores (más de 20), pues el trabajo requería mucha participación y conocimiento del terreno, así como fotografías, trabajos geológicos, etc.
Además de ser un compendio muy completo de las cavidades, naturales y no naturales, kársticas y no kársticas, de Extremadura, destaco su excelente edición en lo que a textos de refiere, pues se observa un cuidado detalle en la elaboración de los mismos, que se traduce en una lectura amena de cada uno de sus nueve capítulos.
Dispongo de copia digitalizada para quien lo solicite.

domingo, 17 de octubre de 2010

La Cueva del Maltravieso: ¿continúa o no?

Hace ahora una década el geólogo Juan Gil Montes escribió un breve editorial acerca de los estudios geológicos y geofísicos que se habían realizado hasta la fecha en El Calerizo de Cáceres, con especial mención a la Cueva de Maltravieso y su entorno. Lo tituló "La Cueva de Maltravieso continúa hacia el oeste".
En el fondo, era una crítica a un proyecto que por aquella época se estaba realizando en dicha cueva.
Independientemente de las apreciaciones concretas que el autor hacía por aquel entonces, lo que me lleva a publicar esta nota es el hecho de que al menos anualmente aparece en la prensa regional un reportaje o editorial de opinión sobre esta cavidad u otras de El Calerizo. Y ello es debido a la indudable importancia de Maltravieso en la historia y la sociedad extremeña, especialmente la cacereña. Son ya habituales, por ejemplo, los artículos referidos a los estudios que sobre el Paleolítico vienen realizando los investigadores del equipo Primeros Pobladores de Extremadura.
Pero no puedo dejar de mencionar que en aquel trabajo al que hacía referencia El Periódico Extremadura el 27 de Noviembre de 2001 participábamos profesionales de diversa índole, desde físicos hasta geólogos, pasando por arqueólogos y matemáticos. La idea era conocer la probabilidad de existencia de continuidad de la cueva, bien hacia el oeste o en otras direcciones. Los trabajos de campo utilizaban dos métodos: por un lado, el geológico (basado en estudios geomorfológicos, estratigráficos y, fundamentalmente, estructurales); y, por otro, dos procedimientos geofísicos (micro-gravimetría -aplicado en la zona occidental  y noroccidental- y resistividad eléctrica -aplicado en la parte septentrional o parque de Maltravieso propiamente dicho-). Los datos aportados por los trabajos de geofísica eran básicamente coincidentes, salvo por las conclusiones de detalle y creo que ello se debió al estrecho margen de aplicación que tiene habitualmente esta especialidad si no se combina con otras de las muchas que componen las Ciencias Geológicas. Si bien el equipo de microgravimetría (formado por físicos y matemáticos) afirmaba la posible existencia de cavernamientos hacia el noreste, el equipo de geólogos (utilizando conjuntamente la geofísica y los estudios geológicos de campo) apostábamos por el oeste, descartando la continuidad de cavernamientos importantes hacia el norte y noreste.
Otro tema es la verdadera continuidad de la cueva, aspecto al que no quiero responder, pues ni he conocido el área en épocas anteriores a su urbanización, ni parece ser ya objetivo fundamental de ningún proyecto, salvo por la Arqueología, donde sí podría tener importancia el hecho a la hora de saber exactamente por dónde entrarían a la Cueva de Maltravieso los ancestros que dejaron tan importantes huellas de su paso. A pesar de tener una opinión al respecto (basada en datos exclusivamente geológicos), creo, no obstante, que ya carece de sentido seguir insistiendo en ello, pues no sería más que otra discusión dialéctica sobre Maltravieso, como la que hubo en su día sobre la falta de los meñiques en muchos de los grabados encontrados en sus salas.
Y no debo finalizar sin decir que las prospecciones eléctricas y geológicas fueron realizadas por el Gabinete Geológico Salvar la Encina, de manera totalmente altruista. Con los resultados obtenidos se publicaría en el año 2003 un artículo en la revista Tierra y Tecnología, del Colegio Oficial de Geólogos de España, con el título "Aportaciones de la georresistividad al conocimiento geológico del entorno de la Cueva de Maltravieso (Cáceres)".


miércoles, 13 de octubre de 2010

Cuevas turísticas.com

Perdón por la broma (.com), pero es evidente que el turismo subterráneo (no confundir con turismo de interior) tiene un componente comercial y económico muy claro.
Cada vez son más las cuevas o minas que son utilizadas mayoritariamente por los turistas. Son clásicas las de Drach en Mallorca, la de las Maravillas en Aracena (Huelva) o las de Valporquero en Léon, por poner solo unos ejemplos. Otras dejaron de serlo, como la de Altamira, por motivo del deterioro de las pinturas rupestres. Pero la fuerza de la economía empuja a muchos organismos y particulares a emprender este negocio cada vez más en alza, como ya ha ocurrido en otros países desarrollados.
La Asociación de Cuevas Turísticas (en la foto aparece uno de sus miembros, R.Pagés, dando una conferencia en Extremadura) aglutina todos estos lugares que son actualmente en su mayoría baluartes turísticos de sus respectivas poblaciones. Anualmente esta asociación organiza un congreso científico sobre las cuevas turísticas, que denomina CUEVATUR. Este año se celebra en Aracena (http://www.cuevatur2010.es/).
Otro día valoraremos que el uso de los espacios subterráneos deba ser éste y no otro, por ejemplo, ambiental.




lunes, 11 de octubre de 2010

La protección de los hábitats subterráneos: una introducción.

La marcada tendencia al aprovechamiento de los hábitats subterráneos viene de antaño. En Asturias, por ejemplo, muchas cuevas eran y siguen siendo utilizadas para la maduración del queso azul. Otros usos han sido el cultivo de champiñones o el almacenamiento de vinos u otros licores para su envejecimiento, así como el fundamental de todos: como hábitat en sí mismo, de humanos y no humanos.
No obstante, el uso turístico es el que actualmente está más en boga en casi todos los países y permite un rendimiento económico considerable, no comparable a ninguno de los otros habidos hasta ahora. Pero nada es perfecto, pues se ha demostrado que el turismo mal gestionado, que es lo habitual, pone en serio peligro al entorno en sí mismo, habiendo sido causa en ocasiones de su propio fracaso, aunque ello no se reconozca nunca por parte de los entes ni las administraciones implicados en su gestión. De hecho, el aliciente que se mostraba hace años a la hora de entrar en una cueva era solo y exclusivamente el adentrarse en el interior de la Tierra. Pero eso hoy en día, con tanta información como se dispone en internet, en televisión o en el cine, parece que ya no es suficiente. Ahora los turistas empiezan a exigir calidad dentro de las cuevas y minas visitables por el gran público. Son cada vez más los que descartan algunas falsas excursiones espeleológicas (es turismo puro y duro) a lugares donde las condiciones ambientales no son tan naturales como se les quiere hacer creer o donde los gestores del espacio subterráneo han permitido que el aire, el suelo, el agua y a la propia roca hayan sido castigados con infinidad de prácticas hoy en día obsoletas e injustificadas.
En la gestión de un espacio subterráneo influye un factor esencial, cual es el tipo de recurso que alberga. Si éste tiene un caracter marcadamente ambiental, es evidente que determinadas Administraciones Públicas no permitirán un uso turístico. Pero el que no haya recursos ambientales de consideración y valor no quiere decir que dicho espacio pueda tolerar las visitas sistemáticas. El ejemplo estaría en aquellas cuevas con pinturas rupestres o con yacimientos arqueológicos, donde el uso turístico es prácticamente incompatible, con matices.
Y son precisamente los matices lo que ha traido de cabeza a los defensores y estudiosos de los espacios subterráneos, especialmente para aquellos que quieren divulgar y popularizar sus valores y posibilidades didácticas y científicas. Es extraordinariamente difícil encontrar a dos expertos que opinen exactamente lo mismo a la hora de gestionar una cueva o una mina subteránea. La razón está en que no hay auténticos expertos en hábitats o ambientes subterráneos, pues los especialistas abarcan tanto geólogos (geomorfólogos, paleontólogos, etc.), como biólogos (en especial zoólogos y entomólogos), historiadores, etnógrafos, arqueólogos (incluyendo paleoantropólogos), etc. La lista es elevada y la causa del desacierto en la gestión de la mayoría de los espacios es debida a que suelen participar solo parte de dichos especialistas. Curiosamente, son aquellos espacios sin valor evidente y contrastado donde la gestión se acerta más al óptimo, pero la razón está en la falta del parámetro fundamental: el valor intrínseco del recurso.
Así pues, en sucesivas entradas hablaré de los usos de diversas cuevas y minas que conozco, pero bajo la óptica y el criterio exclusivamente personal, que es, repito, buscar el mejor conocimiento y la divulgación adecuados de estos espacios por los que siento especial debilidad. Y también, cómo no, para crear un debate que considero muy necesario.

jueves, 7 de octubre de 2010

Restauración de minas de uranio

Os traigo unas imágenes de minas de uranio, hoy inactivas, donde se observa el estado al final de la explotación, sin restauración ambiental y con restauración ambiental.
Todo lo relacionado con la gestión mineral del uranio en España depende del Estado directamente (recomiendo que se visite la web de ENUSA y ENRESA).
Toda la orla hespérica tiene potencial en recursos uraníferos. Destacan especialmente las provincias de Salamanca y Cáceres.
Uno de los problemas fundamentales de las minas de uranio es la carga de radioactividad natural que contienen sus galerías y pozos. Si bien los niveles de radioactividad son los que han sido siempre en la zona en la que se encuentre la mina en cuestión, lo cierto que es que el aire y el agua de las galerías acumulan niveles por encima de lo normal, razón por la cual sería peligroso entrar en este tipo de minas durante largos periodos o de manera continuada.
Y digo sería porque este problema no existe en España, ya que ENRESA se encarga de cerrar a cal y canto, valga la expresión, las antiguas minas de uranio abandonadas. Os traigo un ejemplo tomado de un folleto informativo de ENRESA, donde se observa la restauración del terreno llevada a cabo en el Grupo La Virgen, en Jaén, válido por otro lado para apreciar el tipo de labor minera y ambiental que se realiza. La diferencia es clara entre las dos imágenes: se desmantelan todas las instalaciones, se remodela el terreno buscando un aspecto similar al original, se reforesta la zona y se realizan las labores de mantenimiento propias de este tipo de obras. El resultado final es claramente bueno.



Pero los trabajos de restauración no consisten solo en eso, también hay controles radiológicos, que incluyen especialmente análisis de suelos y aguas, con el fin de conocer y poder comparar los umbrales naturales  antes y después de la restauración. Téngase en cuenta que el mineral de uranio, la causa fundamental de la radiación natural en este tipo de minería, habría sido trasladado en su momento hacia las factorías de transformación y, posteriormente, a los centros de consumo. Es decir, que el grado de radiactividad es por norma esencialmente inferior al que uno esperaría encontrarse en este tipo de ambientes.

domingo, 3 de octubre de 2010

Chiroptera Extrema Durii

Escribo hoy sobre este grupo de mamíferos caracterizado por su capacidad de volar y su carácter cavernícola (salvo los llamados forestales). Tan pecualiares son los quirópteros o murciélagos que la mayoría de sus especies se encuentran en peligro de extinción en gran parte del planeta (lo cual no sorprende, dada su vulnerabilidad derivada de su alto grado de especialización, fruto a su vez de milenios de evolución).
La Junta de Extremadura lleva estudiando a los murciélagos desde el año 1997, cuando a raíz de la celebración en Cáceres del I Seminario "Espacios Naturales Transfronterizos" se decidió impulsar el conocimiento de los refugios cavernícolas, que incluían las numerosas minas abandonadas existentes en Extremadura (una región con una dilatada historia minera). Así lo puse de manifiesto en un grupo de trabajo durante dicho evento, recién llegado a la administración autonómica, donde la idea tuvo buena acogida por parte de los mimebros de dicho grupo, especialmente de Mª Jesús Palacios González y Atanasio Fernández García, de la Dirección General de Medio Ambiente. A partir de ese momento comenzaron los viajes de reconocimiento con Juan José Pérez González y la inestimable ayuda de los Agentes del Medio Ambiente, entre los que destaco por su entusiasmo a  Nico, a Manuel, a Quico, a Fernando y a Hugo.
Tras aquellos paseos por las pocas cuevas conocidas en la región (todavía no se había hecho el primer inventario espeleológico, que acabaría el grupo espeleológico GETA, de Madrid, en el año 2000), tuvimos ocasión de ir conociendo mejor a estos simpáticos animales (y digo simpáticos porque solamente quienes no se acercan a ellos y, consiguentemente, no llegan a conocerlos mejor o lo hacen con prejuicio, no son capaces de captar ese grato sentimiento hacia los murciélagos, muy extendido entre aquellos que convivimos inevitablemente con ellos en nuestras excursiones por cuevas, minas y túneles).
Años después se ha consolidado la investigación, tanto por parte de ONGs, como SECEMU (http://www.secemu.org/) como de la propia Junta de Extremadura (donde han ido formando parte sucesivamente de los proyectos de investigación Alberto Gil Chamorro, José Antonio Díaz, Emilio Jiménez Díaz y Javier Pérez Gordillo). De hecho, en los posteriores congresos que sobre especies protegidas se celebraron en Extremadura era común la asistencia de expertos en quirópteros y las consiguientes comunicaciones (especies conocidas, inventarios poblacionales, estado de conservación, amenazas y riesgos, etc.) en Extremadura o proyectos específicos y de enorme impacto mediático, como el LIFE "Conservación de quirópteros amenazados en Extremadura" (http://xtr.extremambiente.es/quiropteros/). En 2008 tuvieron lugar, finalmente, las "Jornadas para la conservación y gestión de los quirópteros", que parecen consolidar definitivamente el buen tino en los trabajos de investigación y conocimiento en Extremadura, tanto de las especies  que conforman el orden Chiroptera como de sus hábitats, al estar presentes representantes de otras comunidades autónomas y de Portugal, pudiendo comparar resultados entre diferentes regiones. A ello hay que añadir las campañas divulgativas que sobre los quirópteros se han realizado desde la Junta de Extremadura en los colegios a lo largo y ancho de nuestra comunidad autónoma durante los últimos años.


Y tanto es así que ya tenemos los frutos. Un ejemplo es la última imagen que presento, que corresponde a la portada de un cuaderno editado por la Junta de Extremadura, un bonito dibujo realizado conjuntamente por Cecilia María González Zango y Cristina García Pérez, que nos demuestran que los "murcis" ya tienen dos amigas más por estas tierras (seguro que no son las únicas). Enhorabuena a todos los que continúan mejorando el conocimiento de los quirópteros extremeños y divulgando sus tan peculiares características.

sábado, 2 de octubre de 2010

Peligro en la minería abandonada: Burguillos del Cerro.

Uno de los parámetros fundamentales a la hora de valorar los riesgos en minería es el concepto de peligrosidad. Este concepto está relacionado no solo con el peligro en sí mismo, sino con el hecho de que las personas estén sometidas al mismo. Por ejemplo, una mina en una zona desésrtica por la que no pasan no más de 10 personas al año presentará menor riesgo que el de una mina, pongamos por caso, en una región minera extremeña (con apenas un millón de habitantes). La razón es que la probabilidad de que acontezca un hundimiento, por ejemplo, y éste afecte a las personas o sus bienes, es mayor cuanto más personas o bienes estén expuestos al peligro.

En esta imagen vemos un socavón de unos cinco metros de profundidad, producido en los alrededores de las minas de Burguillos del Cerro. Estas minas son un lugar tradicional de visitas por parte de mineralogistas, botánicos, espeleólogos, mineros o simples excursionistas. Por eso constituye un peligro la existencia de estos minados y, si no fuera por la pericia de los vecinos o del Ayuntamiento a la hora de señalizar y balizar, serían auténticas trampas, a veces mortales.
Existen técnicas para estudiar el subsuelo sin necesidad de acceder a él directamente. Se trata de herramientas que utilizan fundamentalmente las propiedades eléctricas o electromagnéticas para detectar con alto grado de certeza la presencia de oquedades, minas subterráneas, túneles, cuevas, simas, etc. Sería interesante realizar un estudio para valorar ese riesgo, pues estas metodologías no son tan caras como pudiera parecer.